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Follow @navegantesbolsaHAY MUY POCOS OBJETOS QUE TENGAN LA CAPACIDAD EVOCADORA de un velero de madera, en especial uno de estilo clásico diseñado por un maestro como Olin Stephens, John Alden o Aage Nielsen.
Al tratarse de un material natural, el atractivo emocional de la madera es mucho mayor que el del acero o la fibra de vidrio. Para algunas personas trabajar con ella es casi una vocación. Permite hacer objetos realmente hermosos, desde un mueble a un instrumento musical.
Del mismo modo, no es difícil ver patrones que caen seducidos por sus cantos de sirena, y compran un precioso velero clásico para terminar su aventura un poco más pobres, además de arrepentidos y quizá entristecidos. Por lo menos, quedan vacunados para el resto de sus vidas, y si se animan a comprar otro barco eligen entonces uno de fibra de vidrio. Seguramente es lo que deberían haber hecho desde el principio. Aprendamos de ellos.
Un velero de madera: un capricho que exige demasiadas atenciones
Un velero de madera es un juguete delicado que no perdona muchos errores. Aunque uno quiera tratarlo bien y disponga del dinero necesario, es posible dañarlo por simple desconocimiento. Por poner solo un ejemplo: una buena ventilación es importante para la salud de un barco de fibra, pero es absolutamente esencial en uno de madera.
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Podemos dejar un barco de fibra cerrado y desatendido durante meses y a la vuelta encontrarlo enmohecido, pero no habrá sufrido ningún daño estructural. Hagamos lo mismo con uno de madera y con un poco de mala suerte provocaremos un destrozo. Lo que en un caso era moho se convierte en el otro en putrefacción. En ambas situaciones hablamos de hongos, pero existe una sutil diferencia: el moho simplemente crece sobre las cosas, los hongos de la putrefacción se las comen. Los hongos no entienden de atractivo emocional y no han oído hablar de Olin Stephens.
comprar un barco de madera comporta mayores riesgos que rescatar un VIEjo velero de fibra
Para ser justos, no está de más recordar que un barco de fibra de vidrio puede sufrir hidrólisis y tampoco es inmune a la putrefacción. Si realizamos un inventario parcial de sus elementos de madera nos encontraremos la construcción en sándwich de la cubierta, los mamparos (en contacto con el agua si las sentinas no se mantienen secas), y el suelo o los revestimientos de la cabina, tan sensibles a las filtraciones. Pero, con todo, la compra de un barco clásico de madera que no haya sido bien cuidado supone un riesgo mucho mayor que rescatar un velero de fibra que encontremos por ahí desamparado. Y a menos que el casco del primero haya sido mantenido de un modo impecable durante años y años, hablar de su seguridad y fiabilidad es un quimera: lo más probable es que presente graves deficiencias estructurales que requieran de un caro trabajo profesional.
- Un dato ilustrativo: todos los barcos tienen que pasar la ITB una vez cada cinco años, pero aquellos con casco de madera también tienen que someterse a un reconocimiento intermedio entre el segundo y el tercer año de esos cinco.oste mantenimiento veler
Para ser dueño de un barco clásico de madera hace falta tiempo, conocimientos y presupuesto. Con un barco de fibra podemos ocuparnos nosotros mismos de ciertas reparaciones y tareas de mantenimiento, pero con uno clásico no podemos decir lo mismo. Estos barcos son una complicada malla de distintos tipos de maderas mezcladas en base a criterios específicos que dependen las unas de las otras. Equivócate al cambiar algo y toda la estructura se resentirá.
Del mismo modo, para garantizar su protección y conservación hay que pintar o barnizar el exterior prácticamente todos los años. Dado que el aspecto más importante en esta labor es el preparado de la superficie, esto supone dedicación y cierto grado de habilidad, o el dinero para pagar a un profesional.
Conclusión
A la vista de lo dicho, lo más seguro para alguien con un presupuesto ajustado y poca experiencia es seleccionar un barco producido en serie (no hay por qué ser siempre el más original) y con buena reputación. Una de las ventajas de comprar un barco del que se hayan fabricado docenas o incluso cientos de unidades es que estas habrán sido revisadas multitud de veces y sus problemas crónicos serán (o deberían ser) conocidos por nuestro perito naval.
En los últimos 50 años eso es sinónimo de barcos de fibra de vidrio ■