EL ACERO INOXIDABLE ES UNA ALEACIÓN DE HIERRO Y CARBONO que contiene entre un 12 y un 30% de cromo. Algunos tipos de acero inoxidable incluyen además otros elementos aleantes, como el níquel. Para aplicaciones marinas, que es lo que aquí nos interesa, los más comunes son los tipos 304 y 316. La diferencia entre ambos es que al segundo también se le añade molibdeno, que lo hace más resistente a los cloruros y, por lo tanto, a la corrosión provocada por del agua del mar. Como era de esperar, esas mejores prestaciones también se reflejan en su precio.
Visualmente, no hay ninguna diferencia entre ambos. La única manera de distinguirlos es solicitar un informe de ensayo de materiales.
¿Por qué se oxida el acero inoxidable?
Para empezar, hay que saber que la denominación «acero inoxidable de grado marino», que comunmente encontramos asociada a accesorios náuticos, es una descripción cuando menos equívoca: el acero «inoxidable» no existe, como tampoco existe una definición reconocida por la industria de un «acero inoxidable de grado marino».
Cuando la superficie del acero al carbono (ordinario) se expone al oxígeno, se forma óxido férrico, que presenta el conocido color rojo. El óxido férrico no forma una capa continua sobre el acero porque la molécula de óxido tiene un volumen mayor que los átomos de hierro subyacentes, por lo que acaba desprendiéndose y dejando el acero expuesto, lo que reinicia el ciclo de oxidación. El cromo presente en el acero inoxidable inhibe este proceso al producir su propio óxido, óxido de cromo, una película microscópica rugosa y continua que no se desprende y funciona como capa protectora.
Sucede que el cromo puede proteger el acero inoxidable si la concentración localizada es superior al 12%, pero si se cubre la superficie del acero inoxidable con, por ejemplo, suficientes partículas de acero al carbono, la concentración localizada de cromo puede caer por debajo del umbral del 12% y la capa de óxido de cromo ya no protege el acero inoxidable del ataque del oxígeno.
En la práctica, la corrosión puede llegar por tres vías:
- Atmosférica: Ocurre cuando el acero inoxidable se expone a líquidos, sólidos o gases suspendidos en el aire, como rocío del mar, lluvia, sal o contaminación. Cuando el acero inoxidable está sumergido en el agua del mar o lo bastante cerca de la orilla como para verse afectado por salpicaduras o la humedad transportada por la brisa, los iones de cloruro pueden atacarlo y causar un ataque corrosivo localizado.
- Química: Ocurre cuando el acero entra en contacto directo con un material con alto contenido en cloruro o materiales corrosivos, como la lejía.
- Contacto: Ocurre cuando pequeñas piezas (incluso microscópicas) de acero al carbono, cobre u otro material extraño se alojan en el acero inoxidable y provocan picaduras.
El peligro del agua estancada
Como se ha dicho, el acero inoxidable forma en su superfície una película de óxido de cromo que evita la corrosión del hierro contenido en la aleación, pero ojo, siempre y cuando el acero esté expuesto al oxígeno. Si el acero carece de oxígeno y está en contacto con el agua (por ejemplo, agua estancada bajo juntas, remaches, pernos y tornillos, entre válvulas y sus asientos, bajo depósitos porosos y en muchos lugares similares), la película puede verse afectada por algunos ácidos que darán lugar a la corrosión por grietas o picaduras.
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Como puede verse, el nombre que este acero recibe en español, «inoxidable», llaman a engaño. La buena noticia es que muchos problemas pueden ser evitados teniendo en cuenta los riesgos y realizando un mantenimiento adecuado.
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