¿CUÁNTO DURA UN BARCO DE FIBRA DE VIDRIO? La respuesta, como en tantas otras cosas, es un decepcionante «depende».
Es posible ver embarcaciones que han alcanzado los 50 años de edad y siguen navegando, lo que nos remonta a los años de la popularización de la náutica, en las décadas de 1960 y 1970. En consecuencia, sabemos, porque lo estamos viendo con nuestros propios ojos, que los barcos de fibra de vidrio pueden llegar a los 50 años o más de servicio, pero no hay que tomar esa cifra como un referencia válida para todos los casos.
Depende, ¿de qué depende?
La esperanza de vida un barco varía según el tipo de construcción, la calidad de los materiales empleados, la competencia de la mano de obra, el programa de navegación y los cuidados que se le hayan prodigado.
Al igual que el hormigón, la fibra de vidrio no se rompe ni pierde resistencia por sí sola, para ello deben concurrir causas externas, que son:
- Exposición a los rayos UV: La porción ultravioleta de la luz solar (UV) es el catalizador principal en la degradación del epoxi y otros plásticos.
- Filtraciones de agua: Afectan a los subproductos formados en el proceso de endurecimiento y convierten en ácidos a algunos de ellos. Estos ácidos pueden romper la unión entre las fibras de vidrio y la resina y provocar la deslaminación de las capas.
- Fatiga por uso: en áreas de carga repetitiva o cíclica. Las áreas de alta concentración de carga como mamparos, el espejo de popa (si llevamos instalado un motor fueraborda), la unión casco/cubierta, la unión casco/quilla y las áreas justo debajo de los pantoques, que es donde el fondo de un casco se flexiona en relación con sus costados, son particularmente vulnerables.
- Sal cristalizada: Las sales suspendidas en el agua de mar pueden llegar a través de los capilares más grandes hasta el interior de la matriz. A medida que el agua se mueva hacia un área menos húmeda, quedarán depositadas y una vez secas cristalizarán ejerciendo una gran presión sobre la matriz adyacente.
Las técnicas de construcción deficientes, con telas mal manipuladas y resinas mal mezcladas o curadas, así como bajas proporciones de fibra en relación con la resina fueron moneda común en la construcción de los primeros barcos de fibra de vidrio.
De acuerdo con las fuentes que hemos consultado, en EE.UU. se han realizado estudios (a los que no hemos tenido acceso) por encargo de compañías aseguradoras sobre las características de los barcos más antiguos. Parte de las conclusiones es que muchos son significativamente menos dúctiles y presentan menos resistencia al impacto. Ese problema sería especialmente frecuente en los barcos sin núcleo más pesados construidos antes de la década de 1980 y de que los sistemas de marcos estructurales internos se generalizaran.
Los barcos construidos durante esos primeros años tendían a utilizar muchos más aceleradores de los que se emplean en la actualidad. También se aumentaba el volumen de la matriz con mezclas ricas en resina, con una propoción que se acercaba al 50/50 en lugar del preferible 30/70, y se empleaban telas no direccionales (estera o vidrio picado) para lograr el grosor deseado. La ausencia de estructura interna consecuencia de los laminados ricos en resina y del uso de materiales no direccionales significa que hay una mayor flexión, se reduce la resistencia al impacto y aumenta la tendencia a la fatiga.
Volviendo al principio: dado que a día de hoy podemos ver barcos con 50 años o más que siguen navegando, es probable que el verdadero final de la vida de un barco lo fije el bolsillo, cuando el coste de mantenimiento y reparación sea mucho mayor que su valor de mercado.
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