El mar es nuestra fuente de disfrute y aventura, pero también es un entorno hostil para los motores marinos. Día tras día, viven expuestos al agua salada y a los minerales que vienen con ella. En esta entrada veremos cómo esto afecta a los motores y qué podemos hacer para protegerlos y asegurarnos de que nos sigan acompañando en muchas travesías.
El agua de mar: el enemigo silencioso
El alto nivel de salinidad del agua de mar, junto con otros minerales que hay disueltos en ella, es extremadamente corrosivo. La sal actúa como un agente que acelera la oxidación de los componentes metálicos, lo que significa que las partes expuestas de un motor se deterioran mucho más rápido que en un ambiente menos agresivo.
Si eso no fuera suficiente, el agua salada es un excelente conductor eléctrico, lo que agrava el problema al crear un ambiente ideal para la corrosión galvánica. Este fenómeno ocurre cuando dos metales diferentes entran en contacto en presencia de agua salada, lo que provoca una especie de «electrólisis natural» que corroe el metal menos noble. Si no se controlan estos procesos, las partes clave del motor pueden quedar dañadas en poco tiempo.
El adecuado mantenimiento de un motor es fundamental para garantizar su longevidad y rendimiento
Cómo el agua salada afecta a los motores
Nuestros marinos están en contacto constante con el agua, ya sea a través del sistema de refrigeración o simplemente por el entorno en el que operan. Los componentes metálicos, como el bloque del motor, el escape y los sistemas de sujeción, son especialmente vulnerables, ya que la sal puede penetrar en las zonas más difíciles de limpiar y empezar a corroer desde el interior, a menudo sin que el propietario de la embarcación se dé cuenta antes de que estos elementos hayan sufrido algún tipo de daño.
Otro problema es la obstrucción de los sistemas de refrigeración. Con el tiempo, las partículas de sal y los minerales se acumulan en los conductos y en el radiador, reduciendo la eficiencia de los sistemas. Esto puede llevar a un sobrecalentamiento del motor y, en casos graves, a daños permanentes.
Partes vulnerables
Aunque casi todas las partes del motor pueden verse afectadas, algunas son especialmente vulnerables. Los componentes metálicos, especialmente los de aluminio y otros metales no ferrosos, son propensos a la corrosión si no se protegen adecuadamente. Las juntas, mangueras y sellos de goma también se deterioran con mayor rapidez en ambientes marinos, ya que el agua salada los reseca y cuartea, lo que puede generar fugas o pérdida de eficiencia.
Los motores fueraborda suelen estar más expuestos al agua, por lo que son más vulnerables a la corrosión, mientras que los motores intraborda pueden sufrir daños graves en sus sistemas de refrigeración.
Cómo proteger tu motor
Afortunadamente, hay varias medidas sencillas que los propietarios de embarcaciones podemos tomar para protegernos de los efectos perniciosos del agua marina. La primera y más importante es el enjuague con agua dulce. Después de cada salida al mar, es muy importante enjuagar o, como se dice popularmente, «endulzar» el motor para eliminar la sal y los minerales que hayan quedado en el sistema. Esto es especialmente importante en los motores fueraborda, que pueden acumular sal rápidamente.
Otra estrategia efectiva es el uso de recubrimientos protectores. Existen pinturas y recubrimientos especiales diseñados para proteger las partes metálicas del motor de la corrosión. Estos recubrimientos actúan como una barrera entre el agua salada y el metal, lo que ralentiza el proceso de oxidación. Aplicar cera a las superficies externas también puede ayudar a mantener la sal a raya.
Los ánodos de sacrificio son otra herramienta fundamental en la lucha contra la corrosión galvánica. Estos pequeños dispositivos están hechos de un metal menos noble que el resto del motor que se corroe en lugar de las partes vitales del motor. Es importante revisarlos y cambiarlos regularmente para que nuestro motor no quede desprotegido.
Por último, también es recomendable inspeccionar periódicamente el sistema de refrigeración. Limpiar los conductos y radiadores evitará que las sales y los minerales se acumulen y bloqueen el flujo de agua, lo que impediría que el motor funcionase a la temperatura adecuada y se recalentara.
Conclusión
El agua marina es un desafío constante. La corrosión y las obstrucciones son problemas comunes que pueden afectar al rendimiento y a la vida útil del motor si no se abordan de manera adecuada. Sin embargo, con un buen mantenimiento, como el enjuague con agua dulce, la aplicación de recubrimientos protectores y el uso de ánodos de sacrificio, es posible minimizar los daños y disfrutar de muchas horas de navegación sin preocupaciones. La clave está en la prevención y el cuidado constante.
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Si estás considerando comprar tu primer velero, quizá te hayas sorprendido al ver la potencia de sus motores. Pongamos por ejemplo un Beneteau 40, un barco de 12 metros de eslora y un desplazamiento de 8 toneladas que cuenta con un motor de ¿apenas? 40 caballos.
Para poner esto en contexto, piensa que una motocicleta de cilindrada media puede tener la misma potencia, pero está claro que las dimensiones y el peso de una moto y un velero son radicalmente diferentes. Entonces, ¿por qué un barco tan grande y pesado tiene un motor que parece tan pequeño en comparación? Lo vemos en ¿Por qué los motores de los veleros parecen tan poco potentes?
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