En los círculos de aficionados a la navegación, hay una frase que surge a menudo cuando se plantea el tema del coste de mantener un barco: «Si te preguntas si te lo puedes permitir, es que no te lo puedes permitir». La mayoría de las veces es solo una advertencia hecha con buena voluntad, pero en otras encierra un evidente elitismo.
En este artículo intentaremos sacarle punta a la expresión. A ver qué nos encontramos.
Una advertencia realista
Primero, debemos admitir que la frase tiene bastante de verdad: mantener un barco es una inversión continua que va mucho más allá de la compra inicial de la embarcación. Los gastos relacionados con el amarre, combustible, mantenimiento, seguros, reparaciones imprevistas y renovación del equipamiento pueden ser realmente altos.
En este sentido, la frase funciona como una forma de bajar a la tierra (nunca mejor dicho) a aquellos que no han considerado plenamente el compromiso financiero que implica la náutica. Puede ser una manera de decir: «No te quedes solo con la fantasía del barco; asegúrate de entender también el coste real de mantenerlo».
Sin embargo, otras veces esta advertencia práctica se convierte en un instrumento de exclusión, una forma desdeñosa de marcar distancias entre los insiders y el resto de los mortales.
El desdén y el estatus social
En estos últimos casos, la frase sugiere que si alguien pregunta por los costes de mantenimiento, ya no pertenece realmente al mundo de los propietarios de barcos. Esta actitud, en lugar de generar una comunidad abierta donde se comparten conocimientos y se brindan consejos a nuevos navegantes, refuerza la percepción de la náutica como un territorio reservado para aquellos que no deben preocuparse por los gastos.
Más que una advertencia financiera, la frase refuerza el clasismo en la náutica, separando a quienes pertenecen a la comunidad de quienes aspiran a hacerlo
La náutica ha estado históricamente ligada al estatus social. Poseer un barco ha sido un símbolo de lujo, independencia económica y éxito, y si la cosa se populariza, para algunos pierde glamour. Y en este contexto, respuestas del estilo «Si te preguntas si te lo puedes permitir, es que no te lo puedes permitir» refuerzan una actitud elitista que no solo afecta a los aspirantes, sino también a aquellos que ya están dentro de la comunidad náutica: los propietarios pueden verse empujados a no hablar abiertamente de dinero, lo que refuerza una cultura de la apariencia en lugar otra de la apertura, apoyo mutuo y camaradería.
Fomentar la transparencia
Aquí no somos psicólogos, así que no podemos abundar más en las actitudes de unos y otros. Sí señalaremos que, en lugar de utilizar frases excluyentes, la comunidad náutica podría beneficiarse enormemente de una mayor transparencia y apertura.
En cualquier caso, si quieres comprar un barco y te preocupan los gastos de mantenimiento, no está de más recordar que si te preguntas si te lo puedes permitir, es que (quizá) no te lo puedes permitir.
Comprar un velero de ocasión: ¿dónde nos estamos metiendo?
La fascinación por los veleros bien hechos es algo a lo que poca gente puede resistirse: evocan la aventura, van sobrados de estilo y parecen representar la aspiración de independencia y confianza en uno mismo que muchos albergamos. Compra un velero y te convertirás en una nueva persona, nos dice el demonio al oído.
Pero elitismos al margen, todo esto tiene su intríngulis. Lo tratamos en nuestra entrada sobre comprar un velero de ocasión.